Barcelona no se puede entender sin uno de sus locales más emblemáticos: el Bar Velódromo. Con más de 150 años, este mítico local estuvo a punto de desaparecer en el año 2000. Por suerte, fue rescatado por Moritz, empresa cervecera con un gran interés por el patrimonio histórico de la ciudad Condal. Des de 2006 el Velódromo ha abierto conservando toda su esencia de los años 30, con su mítica escalera, la barra y el gran billar, restaurado por el maestro ebanista Monforte. De la misma forma, el espacio sigue teniendo el aspecto original, al igual que su variada oferta gastronómica y las propuestas culturales y artísticas que se celebran.
No por nada es un bar que se acerca al“365×24”. Y es que el Velódromo no sólo está 21 horas al día abierto, sino que durante todo este tiempo se pueden degustar todas y cada una de las 250 referencias culinarias que se ofrecen. ¿Que te apetece comer un croasant a las 2 de la madrugada mientras tomas unas copas al son de un DJ? ¿O quizás un siscentó, berenjena confitada en aceite, a las 7 de la mañana antes de ir a trabajar? Todo es posible en el Velódromo. El resultado es un bar que está siempre lleno. Y, como no, los cafeteros siempre pueden tomarse un Café Saula a cualquier hora del día, mientras saborean el pasado y el presente de la Barcelona más auténtica.