El método de tueste llamado torrefacto consiste en tostar los granos de café con azúcar. Normalmente para este proceso se utiliza la variedad de café robusta, que tiene inferior calidad que el arábica. Durante el tueste, el azúcar se derrite y va caramelizándose hasta quemarse, envolviendo el grano de café. Esto genera una capa protectora que evita que los granos se echen a perder demasiado pronto, aunque el resultado sea un café muy oscuro, amargo, fuerte y con sabor a quemado.
Parece que el origen del café torrefacto se encuentra en Sudamérica, donde en algunas zonas mineras se creía que al añadir azúcar a la hora de tostar el grano de café natural, este podría protegerse de la oxidación y se conservaría durante más tiempo debido a su capa caramelizada.
Para elaborarlo, el azúcar debe añadirse unos minutos antes de enfriar el café, teniendo en cuenta que carameliza a los 180°C y que a temperaturas superiores se carboniza. Esta adición provoca la formación de una fina capa negra que envuelve al grano y le confiere un característico color negro brillante.
Actualmente la costumbre de beber café torrefacto se mantiene en España, Portugal y México, donde se suele mezclar el café natural con azúcar en proporciones que varían desde el 10% hasta el 60%.