El otro día, en el marco de la convención de Café Saula en Port Aventura, tuvimos la gran oportunidad de escuchar al alpinista Ferran Latorre, que ofreció una charla a todo el equipo para hablar sobre su pasión por la montaña y su mensaje inspirador.
“Personalmente, creo que uno de sus mejores valores es su cualidad humana y su sencillez. Él es un ejemplo de superación personal a través de la ilusión; una persona que ha conseguido su sueño gracias a la pasión, el coraje y el trabajo en equipo”, explicó Lluís Saula para presentar a este alpinista, conocido por haber subido los 14 ochomiles del mundo.
Latorre empezó su charla confesando que, para él, el alpinismo es un “acto de curiosidad e ilusión”, y que precisamente esta curiosidad y el amor ha sido lo que siempre ha “movido la humanidad”.
Sobre su pasión por la montaña, hizo alusión a Jack London, que una vez dijo que “aquello que es grande, se debe a una pasión”. Unas palabras de introducción para observar su historia como alpinista, des del año 1984, cuando con alumnos de su colegio subió su primer tres mil, el Punta Alta. Más tarde, su etapa como escalador, en piedra y luego en hielo, hasta llegar a sus años como cámara en el programa Al filo de lo imposible y finalmente su gran proyecto: subir todos los 14 ochomiles de la tierra.
De esta aventura, recordó con especial cariño su subida al Everest. “Allí subimos dos personas cogidas de la mano: el Ferran Latorre de 13 años, aquel del que todo el mundo se reía por querer ser alpinista, y el Ferran Latorre de 47 años”.
Catorce ochomiles después, Latorre reconoce que todo fue posible “gracias a muchísima gente y al trabajo en equipo”. También subrayó que, al final “si tenemos la capacidad de ponernos metas, todo es posible”. Y es que en la montaña, como en la vida, solo hay una cosa que nunca puede fallar: la fuerza de las emociones.
¡Tomamos nota! ¡Gracias por tus reflexiones Ferran Latorre!