Suele pasar a menudo entre muchos consumidores de café: se les enfría una taza de café porque ha sucedido algún imprevisto o preparan cafeteras italianas a primera hora de la mañana y aprovechan para ir recalentando el café que ha quedado dentro.
Sea como sea, la situación es que en muchas ocasiones se acaban tomando café recalentado. ¿Es eso recomendable?
Sin duda, el mejor café que se puede tomar es aquel que se acaba de hacer. Es así como se pueden degustar y percibir todas las propiedades aromáticas y organolépticas que ofrece. En cambio, cuando se recalienta el café se disminuyen sus beneficios y su sabor se vuelve más ácido y amargo.
Así pues, aunque consumir café recalentado no sea perjudicial para la salud (si se hace con moderación), sí que minimiza su potencial como bebida aromática y llena de propiedades antioxidantes.
Si, pese a todo, el día a día nos obliga a recalentar el café, recomendamos no elevar la temperatura por encima de los 60 grados. Esto evita que de desencadenen otra vez las mismas reacciones químicas que se han producido durante la preparación inicial. La clave es un calentado uniforme y lento, preferiblemente a fuego bajo o en el vitro. Si se hace en el microondas, recomendamos reducir mucho la potencia y calentarla en una taza en intervalos de 30 segundos hasta conseguir que la temperatura uniforme sea de 60 grados.
Finalmente, se recomienda no recalentar el café si lleva leche o algún tipo de lácteo, ya que podría alterar mucho el sabor y la textura del café. En todo caso, lo ideal es no recalentar un café que lleve más de dos horas hecho.