La Boqueria es un pueblo dentro de una gran ciudad, una madriguera de vida, colores, aromas, especies, y sueños. Sólo en un lugar tan intenso como este podía nacer, en 1987, El Quim de la Boqueria. Con tan sólo dieciséis metros de barra y dieciocho taburetes, su propietario, Quim Márquez, ha creado un pequeño paraíso culinario donde los huevos fritos son la especialidad. Huevos con gambas, chipirones, foie gras… todos los complementos tienen cabida en el menú de El Quim. Todo ello sin dejar de lado su cocina tradicional, con cola de buey estofada, albóndigas y todo tipo de estofados que ofrecen con un concepto renovado, pero sin olvidar las raíces. Los productos? Todos de rigurosa proximidad: el mercado de la Boqueria es su gran despensa.
Cuando un cliente se sienta en uno de los confortables taburetes de El Quim, se da cuenta que en este pequeño y apretado local no cabe ni una aguja más; sus paredes están cubiertas de artículos sobre el bar publicados en todo el mundo; fotografías con personajes famosos asiduos del lugar; largas vitrinas de tapas que hacen la boca agua; patatas cortadas esperando para ser freídas; un gran surtido de bebidas y, sobre todo, nueve camareros que alegran el día trabajando en equipo.
Este no es un bar cualquiera. Y no sólo la comida es la clave indispensable de su éxito. Quim Márquez tiene muy claro que, para que una comida tenga éxito, necesita: “un buen vino, un buen pan y un buen café”. Cafetero acérrimo, sirve desde hace más de veinte años Café Saula. Concretamente, ahora mismo ofrece el Premium Bourbon y el Premium Descafeinado. Quim cree que una buena comida tiene que acabar con un buen café, sino “la experiencia culinaria se ve truncada en el último momento”.
Y como vivencia única y sensorial, cuando uno se va de El Quim de la Boqueria, la magia de su cocina se sigue extendiendo por el laberinto de paraditas que hacen de La Boqueria uno de los mercados más emblemáticos del mundo.