El mundo del arte ha ido estrechamente ligado al café desde hace muchos años. Y como no podía ser de otra forma, la literatura ha sido una de las disciplinas en las que esta bebida ha tenido una gran influencia para sus creadores. Sin ir más lejos, son célebres las reuniones que hacían en los cafés la Generación del 98 -entre los que se encontraban los escritores Pío Baroja, Antonio Machado, Valle-Inclán o Miguel de Unamuno– donde se dedicaban a escribir y participar en acaloradas tertulias. De hecho, uno de los impulsores del grupo, Rubén Darío, llego a afirmar que “una buena taza de su negro licor, bien preparado, contiene tantos problemas y tantos poemas como una botella de tinta”.
Este grupo de artistas y escritores solía reunirse en los cafés de Madrid, sobretodo los que se encontraban cerca de la Puerta del Sol. Algunos de los más populares eran el Mahón, el Gijón o el Comercial. También era muy frecuentado el Nuevo Café de Levante, del que el escritor Valle-Inclán llego a afirmar que había ejercido “más influencia en la literatura y en el arte contemporáneo que dos o tres universidades y academias».