Los tés y las infusiones nos encantan y son uno de estos placeres que nos hacen disfrutar de la vida y nos acercan a un mundo de sabores y sensaciones único e inigualable. Pero, aunque en apariencia puedan parecer la misma bebida, son muchas las diferencias que existen entre un té y una infusión. Los ingredientes, sus propiedades y sus métodos de preparación son sus principales diferencias.

Para empezar, una infusión es una bebida que se prepara a partir de agua caliente y se le añade hojas secas, cortezas, flores o frutos de diferentes hierbas aromáticas. Se las deja reposar en un recipiente cubierto durante cinco minutos hasta que consigue desprender todo su aroma y sabor. Pueden ser infusiones herbales, que se obtienen a partir de plantas o hierbas medicinales, como la manzanilla o la hierbabuena; infusiones florales, como la de flor de jazmín o el hibisco; o infusiones frutales, que se obtienen de frutas normalmente deshidratadas que se introducen en el agua caliente.

Por otra parte, el té es una bebida estimulante elaborada a partir de las hojas extraídas de una planta de origen asiático denominada Camellia sinensis. Existen muchas variedades de té que podemos identificar según su color: té rojo, verde, negro, blanco, amarillo u oolong (té azul). Además, a diferencia de las infusiones, el té contiene teína, una sustancia estimulante y químicamente muy parecida a la cafeína.

Otras diferencias entre el té y la infusión:

Modo de preparación 

Aunque ambas se preparan con agua, la infusión se hace con agua muy caliente, pero sin llegar al punto de ebullición. Es después cuando se introduce la infusión y se cubre durante unos minutos para que desprenda todo su aroma. En cambio, el té se prepara infusionando las hojas y brotes de la planta Camellia sinensis en agua hirviendo para que saque todas sus propiedades.

Diferentes propiedades

El té es rico en antioxidantes que combaten el envejecimiento, hidrata, protege nuestro sistema inmunológico y es un excelente diurético. En cambio, los beneficios de las infusiones dependen de las propiedades de la planta, flor o fruta que se utilice y de los componentes naturales agregados al final, como la miel o el limón.

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