Algunos pensarán que el platito que acompaña el café sirve para sostener la taza sin quemarse, otros dirán que es perfecto para dejar la cucharilla sin manchar la mesa y otros que es meramente decorativo.
Lo cierto es que ninguna de estas respuestas es la más válida. Y es que parece que todo se remonta alrededor del siglo XVIII. En aquel momento la gente no bebía el café desde la taza, sino desde el platito. Hay que matizar que por aquel entonces los platitos eran mucho más hondos, por lo que la superficie era más amplia y hacía que el café se enfriase más rápido. Así pues, la taza sólo servía para guardar el preciado líquido hasta que se volcase en el platito.
En Café Saula nos encanta descubrir nuevas historias relacionadas con el mundo del café. ¡Os seguiremos explicando!