Existen muchas leyendas de antiguas celebridades que fueron auténticas adictas al café. Un caso muy famoso es el de Beethoven que, cuando componía sus partituras y llegaba a su estado más creativo, no le faltaba una buena taza de café. Lo más peculiar, pero, era que en cada taza sólo podía haber cuarenta granos de café, ni más ni menos.
Otro gran artista que no podía vivir sin su café era el novelista francés Honoré de Balzac. Su predilección era el café turco y podía llegar a beberse hasta cincuenta tazas al día. De hecho, solía llevar siempre encima unos granos molidos para prepararse una taza cada vez que tuviera oportunidad. Pese a lograr una exitosa carrera como escritor, tanta sobredosis de café le acabó pasando factura, con una prematura muerte a los 51 años debido a molestias estomacales y la tensión alta.
Voltaire también confesó su adicción al café cuando dijo aquello de “claro que el café es un veneno lento; hace cuarenta años que lo bebo”; o el compositor Johann Sebastian Bach cuando dijo “el buen café endulzado, delicioso es más que mil besos, dulce sabe cual vino moscatel, ¡café, sí, es café lo que quiero!. Y quien deseare darme a saborear una exquisita bebida, venga a ofrecerme una taza de café”.
Y vosotros, ¿qué famosos conocéis que sean amantes del café?