En Café Saula nos encantan los rituales. Y, como buenos barceloneses, uno de nuestros rituales preferidos es bajar por la calle Petritxol en una fría tarde de invierno y hacer un chocolate con churros en la mítica Granja Dulcinea.
Impasible al paso del tiempo, esta chocolatería está regentada por una larga saga familiar que, desde 1941, conserva uno de los locales más emblemáticos de Barcelona. Cuando sus fundadores, Joan Mach y Elvira Farràs, visitaron por primera vez el número 2 de la calle Petritxol se encontraron con un negocio de aceites y vinos. Pero ellos querían hacer una chocolatería y, desde entonces, la familia Mach ha visto crecer generaciones enteras de barceloneses reunidas al calor de una buena taza de chocolate caliente.
Hoy en día, el pequeño local de dos pisos sigue conservando la decoración tal como era en sus orígenes, con una pequeña cocina y tortuosas escaleras que te conducen a un amplio segundo piso. En la carta tampoco ha habido muchas variaciones: chocolate caliente con churros o ‘melindros’, suizo, tés, cafés y pastas. Todo pensado para hacer de la hora de desayunar o merendar uno de los momentos más agradables del día.
Uno de los locales más Ritualers de la ciudad no podía dejar de tener Café Saula. Es así como, ahora hará cinco años, en la Granja Dulcinea se sirve Café Saula Clásico, que normalmente se pide con un poco de leche. Aunque no sea un local donde el café sea lo más pedido, “desde la llegada de esta firma la calidad del café ha mejorado mucho”, explica Joan Mach, hijo del fundador.
Clasificado como Establecimiento Emblemático de Barcelona desde hace un año, la Granja Dulcinea se ha hecho un lugar en las guías turísticas de todo el mundo. Pese a todo, el compromiso de los propietarios para mantener el local igual que en sus orígenes nos da la tranquilidad que hay rituales que nunca cambiarán.