En el barrio Gótico de Barcelona se encuentra la Bodega Vasconia, un lugar mítico que ya cuenta con más de 112 años de historia. Todo empezó en 1905, cuando Don Alluitz Velasco se va de su Bizkaya natal debido a la inestabilidad de la cuenca minera y de las numerosas huelgas que había en esa época. Fue así como, junto a toda su familia, se mudó a Barcelona y abrió un pequeño bar en la calle Gignás 13. En ese momento el barrio Gótico era muy conocido porque toda la bohemia de la ciudad llenaba sus bares, hasta el punto de ser conocido como el barrio de los vinos. De hecho, muchos artistas y pintores como Picasso, Miralles, A. Fabrés, Rusiñol, Mir o Casas paseaban y celebraban animadas tertulias en estos locales.
Y entre este ambiente tan vibrante nació la Bodega Vasconia, un bar de comidas y bebidas donde se podían degustar las tradicionales recetas de cazuelas que imperaban en esa época y que tanto gustaban a los clientes, que bebían de los vinos a granel que se traían de la Rioja alavesa y del Priorat.
Luego llegaron tiempos difíciles con la Guerra Civil y los bombardeos en la Ciudad Condal, y tras la posterior época del hambre, el local fue traspasado a un joven canario llamado Miguel Hernández en 1945. Igual que hicieron sus antiguos propietarios, la nueva familia también vivió en la parte superior del bar y mantuvo el nombre y estilo de las comidas y sus vinos, que ya eran muy conocidos en el barrio. Desde aquel entonces, la familia Hernández estuvo al frente de este bar, siendo regentado por dos generaciones y siempre manteniendo un alto nivel en su cocina tradicional y casera.
No fue hasta el 2016, cuando se jubiló uno de los hijos, que la dirección del local fue traspasada a un grupo de expertos restauradores, que decidieron volver a darle un empujón, poniéndolo en lo más alto con los mismos platos de siempre y con la filosofía casera de la tapa. Además, aportaron una nueva y elaborada bodega de 27 referencias en vinos.
Actualmente la filosofía de la Bodega Vasconia, con Luis al frente, sigue siendo la misma desde 1905: que el cliente se sienta como en casa, tanto el del barrio, como el barcelonés o el turista. La proximidad con el cliente es una de las principales claves del negocio. Y aunque su especialidad sean los vinos, las cervezas y las tapas, sus propietarios también tienen muy en cuenta la calidad del café que sirven. Por eso decidieron apostar por Café Saula. “Los clientes siempre nos piden un buen café”, aseguran en el local, que se enorgullecen de que un cliente italiano les haya puesto una buena referencia gracias al café. “Es difícil encontrar en Barcelona un bar que haga un buen café, y hoy lo he encontrado”, decía en su nota.
Desde Café Saula estamos muy orgullosos de estar presentes en establecimientos tan míticos de nuestra ciudad. Seguiremos trabajando para ofrecer el mejor café.